Quién recuerda ya los tiempos en los que uno podía pasar el día sin saber si el vecino, compañero de trabajo o amigo había comido paella o habichuelas, se había acostado a las tres o a las cinco, solo o en compañía. Facebook te cuenta su estado de ánimo, la comunión de su hijo o cómo de borracho pasó el fin de semana, foto con la corbata colgada de la oreja incluida. Lo difícil no es creer que los gobiernos traten de averiguar qué hacen sus ciudadanos, como revelan las últimas noticias de espionaje, sino que necesiten grandes esfuerzos para hacerlo. Sigue leyendo