El reloj de la felicidad
Mi vuelo a Chicago llevaba seis horas de retraso y, una vez en el avión, la azafata anunció que tardaríamos otra hora en despegar. Me dio tiempo a leer la revista del avión, las normas de seguridad, el formulario de una tarjeta de crédito —¿quién no necesita endeudarse un poco más?— y el catálogo de productos en venta, con sus colonias, carteras de [...]