Ministro de Nosequé

Se habla de una inminente remodelación del gobierno, pero en un país donde cualquiera puede ser ministro poco importa quién ocupe cada cartera. Nos hemos acostumbrado a tener ministros de Cultura incultos, de Justicia injustos, de Economía derrochadores, de Educación analfabetos, de Sanidad que merman nuestra salud y de Trabajo que lo destruyen. España siempre será el país que hizo ministra a Leire Pajín y luego pidió que lo tomaran en serio.


A lo mejor el problema está en el método de selección, que vistos los resultados debe consistir en el juego de la silla: el partido de turno pone a los más fieles a bailar en el consejo de ministros, se para la música y que cada uno se quede con el asiento que le pille más cerca de las posaderas. Y así se llega a esta confusión en la que muchos terminan haciendo lo contrario de lo que se esperaba de ellos: la ministra de Sanidad desmantela la sanidad, el de Energía penaliza a quienes la ahorran; el de Justicia la pone al servicio de los suyos y al Portavoz rara vez se le entiende, aunque en su caso sea a propósito.

Los presidentes se sienten obligados a elegir a ministros por debajo de su nivel, no vaya a notarse el suyo, y a menudo descubren que tampoco resulta tan difícil encontrarlos. En las pocas veces que aciertan, no tardan en volver a poner la música y ya están los candidatos del partido danzando en busca de una nueva silla que premie su militancia. El mérito, los conocimientos o el currículo cuentan, como claras desventajas.

Hay casos gloriosos de intercambio de sillones que salieron mal. José María Aznar quitó a Josep Piqué de Industria, algo de lo que sabía, y lo puso en Exteriores, donde al poco tiempo comparó la situación de Palestina con la del País Vasco. Zapatero, alertado al fin de que España estaba en crisis, eligió para solucionar todos los problemas a Elena Salgado, a pesar de que no tenía ninguna experiencia en Economía. Algo así como poner al conductor de un camión a pilotar un transbordador espacial y esperar que te lo devuelva sin un rasguño.

Ahora, con la mayor crisis institucional y económica de la democracia, contamos con ministros con la visión de Jorge Fernández Díaz, que meses atrás mostró su preocupación por “la pervivencia de la especieâ€. ¿A causa del desarrollo incontrolado de armas nucleares? ¿El cambio climático, quizá? ¿Una terrible epidemia? No, por el matrimonio homosexual. O Fátima Báñez, que tras gestionar la destrucción de cientos de miles de empleos, con un paro superior al 26%, dice que los jóvenes que emigran lo hacen por movilidad exterior y deseo de “intercambio”. A saber de qué tipo.

Tanto ministro fuera de lugar dirigiendo un país, durante tanto tiempo, termina descolocando al resto. Los científicos andan trabajando de camareros, los ingenieros de peones de obra y los médicos de dependientes. Sin lugar donde caerse sentados cuando para la música, los más preparados se marchan en busca de “experiencias vitales†mientras los que más han hecho por hundir el país, los que miran desde lo alto de esa gran pirámide de mediocridad que es España, se las arreglan para encontrar siempre una silla. Les esperan no pocas prebendas y un retrato al óleo por sus servicios como ministros de Nosequé.

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18 comentarios

Archivado bajo España

18 Respuestas a “Ministro de Nosequé

  1. ¡¡ Has dado en el clavo !! ¿Has dado en el clavo?. ¡Pero si llevamos años quejándonos de que para ser auxiliar administrativo tienes que ser licenciado en derecho o en historia o en farmacia! Sin embargo, para ser ministro de interior vale con ser electricista, para ministra de igual da lo mismo nos da. Y de los actuales, para que hablar. ¿No resultaba chocante que un señor, que parece bien preparado como pueda ser el ex ministro de agricultura participe de un reparto de carteras en Europa donde quiere otra porque de esta ya ha chupado bastante y esta otra le mola más?.
    No se, pero creo que algo falla… y así nos va.

  2. Muy buen artículo. Gracias, me has hecho reflexionar.

  3. silvestre

    Entiendo que los símiles no son más que una forma de materializar, en algunos casos al extremo, las ideas expresadas. Muy buen artículo de fondo que, por otra parte, nada va a cambiar el escenario de políticos deplorables (en su mayoría) que tenemos por obra y gracia de unos y otros.

  4. Y abundando un poco en este tema, ¿no os parece que muchas veces los más inútiles son los que llegan a jefes? Yo lo veo mucho, y cada día más.

  5. Niandra

    Eso de que Elena Salgado no tenía ni idea de Economía… Es Licenciada en Economía, Máster en Métodos Cuantitativos de Gestión, Directora General en el Ministerio de Economía y Hacienda durante 6 años… No voy a decir ni hizo bien ni mal, pero algo de idea de Economía ya tendría la pobre señora.

  6. Madoch

    Hola David, te sigo siempre con interés y me gusta mucho como escribes. Dicho esto, siento también la necesidad de expresar mi desacuerdo con el ejemplo que has elegido para explicar como personas con una carrera universitaria pueden terminar realizando trabajos para los que no se requiere necesariamente titulación académica. Sencillamente un médico no puede trabajar como enfermero, ni de pueblo ni de ciudad, porque son carreras distintas, y, salvo casos de intrusismo flagrante -y denunciable- nadie que no cuente con la titulación de DUE o grado en enfermería, está en condiciones de postularse como enfermero de pueblo. Serìa de agradecer una rectificación al respecto. Un saludo.

  7. Lucía Mora

    Estoy totalmente de acuerdo con el contenido de este artículo e iba a compartirlo hasta que he llegado al punto (y cito textualmente): “Los científicos andan trabajando de camareros, los ingenieros de peones de obra y los médicos de enfermeros de pueblo.”
    En su texto se habla de cultura y conocimiento, pero, al parecer, usted desconoce y no investiga “a fondo” (cuestión implícita en la labor de un periodista y que pongo entre comillas porque tampoco hay que ahondar mucho) como se llega a ser “enfermero de pueblo”. Desconoce que, para llegar a ser algo tan despectivo como “enfermero de pueblo”, de ciudad o de donde sea, hay que empezar a prepararlo desde que se comienza a estudiar bachiller, pues para acceder a esta carrera universitaria; sí, señor, carrera universitaria; es necesario tener una media que, en la mayoría de universidades, es superior al 9. Que es una carrera en la que no puedes dedicarte a otra cosa, desde que la empiezas hasta que la acabas, que no sea: prácticas por la mañana (7 horas), clases por las tardes (5 horas), o viceversa y, luego, llegar a casa y ponerse a estudiar o a realizar trabajos.
    Una vez terminada, viene la segunda parte: encontrar trabajo, que, tal y como están las cosas ahora, no es nada fácil, al contrario de lo que se piensa de esta profesión. Y me consta que muchos “enfermeros de pueblo” (algunos de ellos compañeros y amigos) se llenaron de alegría cuando les dijeron que iban a poder trabajar, aunque fuera en el pueblo más remoto, trabajo que para usted, como médico, supondría un desdoro, como deduzco de su símil. Mientras que, para una enfermera, supondría un orgullo desempeñar su labor allá donde fuere.
    Reflexione y dese cuenta que profesiones tan dignas, como la nuestra, no merecen ser consideradas despectivamente ni por usted ni por nadie. Un saludo

    • No era la intención restar mérito al oficio. En todo caso, tienes razón: es una mención desafortunada y tu explicación está bien razonada. Lo cambio. Saludos

      • Madoch

        Veo que has rectificado mientras yo redactaba mi comentario. Y quiero añadir que un oficio y una profesión no son lo mismo: el oficio se aprende con la práctica, y una profesión tiene además el respaldo académico necesario para adquirir conocimientos especializados. Puntualizo porque enfermera=profesional, yo hace 30 aÅ„os que lo soy y no me gusta ni pizca la idea de que a estas alturas de la película aún se confundan los términos sólo porque tradicionalmente se ha hecho así. Vamos, que has puesto el dedo en la llaga sin querer. Por cierto, a mii hija le quedan aun tres aÅ„os de estudios para acabar su carrera de periodismo . Eso sí, el oficio de ministro se aprende ( o no) sobre la marcha, y además se paga bien, sin necesidad de demostrar nada…algo estamos haciendo mal.

  8. Pingback: Ministro de Nosequé

  9. Lola

    Si señor, arrastramos la “política” del amiguismo y del “pelotazo”, desde tiempos inmemoriales. No se valora por tus cualidades ni tu capacidad, sino a quién puede beneficiar tu nombramiento… somos un País de Perogrullos. ¿Acaso no hay cerebros cualificados para dirigir nuestra Nación????? Y si los hay ¿Porqué no los utilizan?. Me encantan tus artículos

  10. luis

    Propongo este asunto: agregar a vuestra plantilla de ministros, todo el gabinete de ministros de Argentina. Tal vez entre tantos inoperantes, corruptos, ignorantes, encontremos alguno que acierte en su silla. Luego lo haríamos una especie de super ministro, lo elevaríamos de rango, hasta podríamos sentarlo en un sillón. Así de cada 20 0 30 ministros, tal vez, habríamos hallado alguien que cargue un poco (solo un poco) de dignidad, capacidad y honradez para el cargo al que fue llamado.

  11. Pingback: Ministro de Nosequé | Lo que pienso cuando pienso sin pensar

  12. ¿De verdad que no podemos arrancarles el culo de su sillón? A una mala que se lleven el sillón puesto

    • ae

      Nuria, alguno ya lo ha hecho. Un tal Marco del PSOE de Zaragoza hace unos años… ¡¡menuda polémica hubo!! Yo les habría regalado sillones para toda la familia si devolvieran todo lo que han robado… Saludos

  13. alvaro gomez-jordana

    Acertado en todas tus lineas. � abrazos Alvaro Gomez-Jordana Moya

    ________________________________

  14. Roberto Carlos Miras Miras

    Hola,� Tienes toda la raz�n en lo que escribes y aprovecho para comentarte que la secci�n de Kipling, Murakami, Conrad entre otros ha estado muy bien. Un abrazo fuerte, Maria y Roberto.

    >________________________________

  15. Y esto es extrapolable a cualquierz empresa de índole menor. Gran reflexión David, como siempre.

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