No te has duchado desde hace semanas. Comes lo que puedes. Apenas duermes. Trabajas 18 horas al día, a veces más. Te rodea el olor putrefacto de los que se han marchado y la desesperación de los que siguen aquí. Te gustaría quejarte. ¿A quién, si la gente sobre la que has venido a escribir lo ha perdido todo? Ni tus frustraciones profesionales ni tus incomodidades importan a nadie. Te reprochas haber pensado si quiera en ellas. Pasan los días y los cadáveres dejan de impresionarte. No quieres, pero te has acostumbrado a la muerte.
No es solo el sufrimiento o la pérdida lo que hace que deteste cubrir desastres naturales, sino la ausencia de un porqué. En la revuelta o la guerra al menos queda la aspiración de encontrar una explicación. A llevó a B. Por culpa de C. El terremoto o el tsunami golpean y se lo llevan todo, sin más. En unos segundos. Asia tiene algunos de los países más poblados y castigados por la naturaleza. He cubierto cinco terremotos y dos grandes tsunamis. Espero no tener que ir a ningún otro.
De lo que no me canso es de regresar a los lugares que fueron golpeados. Siempre me sorprende y admira la capacidad de la gente para volver a empezar. En Cachemira, Sichuan, Java, Aceh o Japón, donde se cumplen dos años del tsunami que arrasó la costa de Tohoku y de la crisis nuclear de Fukushima. Revisitarlos es una terapia: ayuda a reemplazar memorias. La vida imponiéndose de nuevo, en lugar de las escenas de desolación con las que te marchaste en su día. Un horizonte de nuevas construcciones, en lugar del océano de escombros y cadáveres por el que caminaste. La entereza de la condición humana, imponiéndose una vez más a su fragilidad.
Twitter Facebook Subscribirse al blog
Un reto duro…. tanto como las realidades que describe.
Gracias.
Álvaro Sánchez
https://globalntic.wordpress.com/
Por fin alguien inteligente. escribe cosas sabias, lo más parecido a esos pueblos de Japón son las arañas, siempre re hacen su tela de araña, no se quedan viendo, que se destrozo, la vuelven a tejer. Esa es la fuerza de algunos humanos en esta tierra. Atentamente Enrique González Rubio Barreto. Tengo 75 años y soy feliz.
que cruel
Tremenda y cruel la propia vida
¿Que fueron 18.000 o 180.000 muertos?, la verdad es que la naturaleza no reconoce a nadie, este mundo en el que vivimos evoluciona sin reparar en los que lo habitamos, nosotros estamos de paso y debemos adaptarnos a sus reglas, ¡afortunadamente!
Son casos distintos. En japón, 2 años después, la tragedia sigue viva en miles de personas sin hogar y eso parece que se nos ha olvidado y por tanto es bueno recordarlo para actuar. El 11-M significa para los que lo vivieron en primera persona, dificultar el pasar página. Recordar y revivir año tras año momentos trágicos no cura.
En el comentario anterior he debido recordar - con más intensidad que en cualquier otro momento - que hoy se cumplen años de nuestro trágico 11-M.
Y es que así ha de ser. Así viene siendo desde el principio de los tiempos. Un zarpazo - de algo o de alguien - y todo se acaba. Pero hay que volver a empezar. Empezar sí, una y otra vez, pero sin olvidar que puede volver a ocurrir, porque como dijo nuestro Miguel Hernández, “muchos tragos es la vida y uno sólo la muerte…