Todavía guardo las cartas de rechazo de Hijos del monzón, mi primer libro. Nadie diría que fueron escritas por editoriales diferentes. La misma frase, o similar, aparece en el último párrafo de cada una de ellas: “Nos gusta su obra, pero no creemos que tenga salida comercial”. Empezaba a preguntarme si me había equivocado de oficio cuando decidí hacer un último intento. Contacté sin conocerle con Ángel Fernández Fermoselle, fundador de la pequeña editorial independiente Kailas. Nos citamos en Madrid, le entregué el texto y me dispuse a esperar otro desaire. Me llamó al rato:
-Me encantaría publicar el libro.
-¿Tuviste tiempo de leerlo?
-Un capítulo nada más. Marta (la coordinadora de Kailas) ha leído otro.
-¿Y no quieres terminarlo para estar seguro?
-He leído suficiente para saber que merece ser publicado. Sigue leyendo