El primatólogo Toshisada Nishida estudió durante años una comunidad de primates de Tanzania y fue testigo de cómo un grupo eliminó a otro a través de un sistemático proceso de invasiones, ataques y emboscadas que se alargó varios años en el tiempo. El premio final por la exterminación del otro grupo, hembras aparte, fue la conquista del territorio. Incluso los negacionistas de la teoría de la evolución verán similitudes con los conflictos de los hombres y su obsesión por las fronteras. Esas líneas con las que tratamos de marcar lo que consideramos nuestro —y agruparnos con quienes consideramos de los nuestros—, siguen siendo las principales causantes de las guerras. Empleamos grandes recursos en defenderlas y ampliarlas. Rara vez aceptamos su demarcación. Miramos con nostalgia a épocas en las que nos eran más favorables y desempolvamos viejos tratados para pedir que sean alteradas a nuestro favor. Y creamos nuevas. Geográficas. Ideológicas. Religiosas. O étnicas. Sigue leyendo