No sabemos su nombre. Ni su ocupación. No hemos visto su rostro. Tampoco hemos escuchado su voz. Lo que sí sabemos: durante tres minutos se enfrentó, desarmado y sin ayuda, a una columna de tanques chinos, dejando para la historia la imagen que desde entonces ha inspirado las ansias de libertad de pueblos de todo el mundo. Hoy, 24 años después de su gesta, seguimos desconociéndolo todo sobre él. Lo que sí sabemos: nadie ha vuelto a hacer más por la dignidad de tantos.
Unos dicen que el hombre tanque de Tiananmen se llamaba Wang Weilin y que era un joven estudiante de 19 años. Otros que era un campesino recién llegado de un pueblo del norte. ¿Un trabajador de una fábrica cercana? Sinólogos, investigadores y reporteros han llegado a las conclusiones dispares de que fue encarcelado, que logró escapar, que vive en el anonimato de la China rural o que murió de un disparo en la nuca, el precio a pagar por los que osan desafiar a la tiranía. Si realmente murió, lo hizo sin saber que habría de convertirse en uno de los grandes iconos de la historia. «Esa imagen», dijo el entonces presidente de EEUU George Bush (padre) al ver por primera vez la célebre fotografía de Jeff Widener, «permanecerá con todos nosotros durante mucho tiempo». Se equivocaba: permanecerá siempre.
Veo el vídeo de su desafío a menudo. Me sigue emocionando. Cuando te encuentras con la maldad y la capacidad de destrucción de tiranos como Asad, el rebelde desconocido te devuelve la fe en la condición humana. Mientras los norcoreanos siguen sufriendo en total oscuridad su dictadura, el héroe de Pekín te hace pensar que también para ellos hay esperanza. Cuando el poder se utiliza contra el pueblo, en Pekín o Sudán, la imagen de ese hombre sin miedo te dice que es posible vencer lo peor que llevamos dentro.
Si alguien me preguntara una historia, una sola, que quisiera escribir antes de morir, sería la tuya. Encontrarte, hablar contigo y preguntarte qué te llevó a pensar que podías parar aquella columna de tanques. Tanques contra personas: parece desigual y lo es. Siempre ganan las personas, aunque lleve tiempo darse cuenta. ¿Quién eres? ¿Eres consciente de que con tu gesta salvaste mucho más que la dignidad del pueblo chino? ¿Qué te seguiremos recordando, siempre?
Yo me emociono igual y me pregunto lo mismo al cabo de tantos años. Pero también me pregunto quién era el tanquista que frenó, después de una noche como la anterior en la que los tanques no se detuvieron ante nada.
A veces, sólo a veces, una leve esperanza, un breve momento en que se recupera el ánimo…
Lo que me sorprende que la maquina adquiere conciencia y evita por un momento agredir al oponente, el que manipula la maquina tiene mas corazón que carcaza
Si es verdad, emocionante e inspirador.
Lo borraron http://www.pavelmaria.com/fatescapes10.html
Pues sí, David, este chico es un héroe. Se enfrentó el solo a los tanques y al comunismo aplaudido, todavía hoy, por las sociedades occidentales (que todavía ha sido peor). No podemos olvidar que gracias a Dios en el tanque había un hombre con el mismo corazón que él y que no llegó al nivel de ceguera total que le exigían sus autoridades (en este caso, insisto, dictadura comunista).
Tu frase “Lo que sí sabemos: nadie ha vuelto a hacer más por la dignidad de tantos”, la considero discutible. Miles de personas dan la cara, sudan y sufren, lo mismo o más, para arreglar los entuertos de los dirigentes políticos, sean “buenistas” o “totalitarios”.
Un saludo.
Se me hicieron aguita los ojos y tiritas el corazón…
Creo que hay momentos en que la rabia, ante la impotencia o la ilusión, se vuelve una ráfaga que te sacude de tal modo el interior que, de manera inconsciente, pierdes la noción de tu silueta, de tu “ser humano” y sientes que has de reaccionar. Intuyo que tal vez eso le llevó al hombre-esperanza a creerse un tanque, un muro, y poder así enfrentarse a la opresión. Lo contrario, la pasividad y el tirar la toalla, ni por uno mismo ni por los demás es lo que no deberíamos permitirnos jamás.
El ejercicio, como dices, de abrir la memoria, volver a ver ese vídeo, nos ayuda a no olvidar y a creer que hay un “es posible”, díficil, pero lo hay.
Un saludo
http://lamoscaroja.wordpress.com/
El chino sabia que la historia del mundo esta escrita con sangre, y solo con ella se puede intentar cambiar algo.
En el Tibet tambien lo saben.
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A veces la Histoira, (como recuerda Lorenzo Silva) aniquila las historias que la componen, que le dan sentido …. Pero sobre todo es que son, en la mayoria de los casos, acciones individuales, anónimas y desinteresadas las que permiten la evolución. Eso es lo importante de ese acto, de esa foto y de este gran recuerdo. Gracias David