Hay un tipo que va dejando notas por ahí al que tengo envidia. Se llama Manuel Jabois y mis celos no son por su fama de donjuán, que también, sino porque escribe sin que le importen los lectores. Esto que parece un desaire, algo así como morder la mano del amo que te da de comer, es en realidad un don a imitar cuando se escribe una columna. Para escribir con libertad no basta con tener un jefe que te deje, una publicación donde hacerlo o una prosa ecuánime, aunque quede bien eso de criticar un día a la izquierda y otro a la derecha. Además, hay que pasar de los lectores.
No puedes dejar de escribir del bar de putas de tu barrio por miedo a que tu mujer piense que has estado, suavizar una crítica al Madrid, no vaya el camarero a servirte el croissant de hace tres días, o evitar el taco que sabes disgustará a tu madre, que incluso crecido amenaza con lavarte la boca con jabón. El escritor debe estar dispuesto a ofender a todo el mundo -aunque sea sin querer-, empezando por los que te lanzan una mirada de reprimenda por encima del periódico durante el desayuno. Jabois me gusta cuando escribe como si no le fuera a leer nadie y luego, cuando se da cuenta de que le ha leído mucha gente, ya es demasiado tarde. Otra vez ha puesto en el folio lo que le ha dado la gana. ¿O debería decir la puta gana?
Una vez empiezas a pensar en tus lectores a la hora de opinar, tratando de contentarlos, vas empequeñeciendo como escritor o columnista. Se ha visto en España, donde periodistas que escribían como Dios cuando eran menos conocidos se nos hacen cada vez más monótonos y previsibles, porque con la edad o el reconocimiento se tienen más en cuenta a sí mismos, y sobre todo a sus lectores. Debe ser el pánico a perderlos, que les termina convirtiendo en sus siervos. No se dan cuenta de que el lector es un monstruo insaciable. Imposible de satisfacer. Infiel por naturaleza.
Jabois escribe en mi periódico, donde temo que de tanto exprimirlo acaben por convertirlo en columnista viejo antes de cumplir los 40, y en esa rareza de periodismo culto y entretenido que es Jotdown, entre otras plazas, así que tiene más seguidores que nunca. Temo por él. A ver si voy a despertarme un día y no sentir celos, porque de repente empieza a escribir pensando en sus lectores. Hay que conservarlo como es, verso libre en un país donde se opina desde la trinchera, con temor a ofender al partido o a la mujer. Lean pues a Manuel Jabois antes de que sea tarde. Pero tampoco esperen que le importe.
Y al lector, que le den. David , que clarividencia, que verdad, que realidad.
He descubierto tu blog despues de la entrevista en RNE1y pienso como tu. Un consejo: Sigue siento tú, porque me siento identificado. Gracias por decir lo que queremos leer (oir) y no nos atrevemos.
Alguien dijo que quien no tiene sentido del humor está a merced de los demás. Alguien dijo que es necesario ejercitar el respeto para poder ser libre. Creo que este gran “escribe historias” tiene tirón porque combina perfectamente lo anterior. Además, escribe bien el “condenado”.
Un fuerte abrazo,
La necesidad de comunicar no obedece a la necesidad de tener contento a alguien, ni tan siquiera es necesario saber que te leen. Lo tienes que contar y punto. Comunicar es no poder quedarse con lo que uno siente, ve, es o se encuentra. Luego si gusta o no… eso ya es otro cantar.
Ha sido un estupendo descubrimiento. Gracias.
A ver si al final, Manolo es la “vieja del visillo” agazapada????. Es broma, un poco de periodismo libre y pasando de convencionalismos es muy sano, aunque supongo que no todos lo pueden hacer porque nos comen los miedos…. miedo a los demás, miedo al qué diran, miedo a que te den un toque, miedo a no poder pagar la hipoteca, miedo a que no te lean….. En fin viva la gente libre!!!!!!
Se trata de ser quien eres y punto, si quieres ser autentico, si no, te puedes ir al carajo,
Me encanta. Ese arte de no perder lo auténtico desatendiendo las opiniones y el querer de los demás. Un arte de grandes escritores y pocos periodistas. A ti, gracias por difundirlo.
Sin duda es un especimen sorprendente. Y estoy de acuerdo en que parece no importarle lo más mínimo lo que opinemos sobre él… Pero he de decir que en su día me dejó completamente decolocado cuando, meses después de una acalorada discusión futbolísica con él via twitter (tan acalorada como puede serlo por este medio), hice mención a uno de sus escritos y me respondió que no esperaba que aún le siguiese siendo él tan mourinhista. No esperaba que conservase en su memoria una conversación con un lector anónimo, y mucho menos tanto tiempo después. Supongo que forma parte de su personaje, ese hombre que conoce a toda la parroquia del bar y controla quien entra y sale… sin importarle demasiado porque sabe que en realidad él es la mayor autoridad allá después del barman o incluso por delante.
No se debe intentar contentar a los ke no se van a contentar!! La mente es libre y plasmarlo es objeto de sabiduría !!
Efectivamente. Para mí, un descubrimiento reciente. Alguien a seguir, aunque (o, precisamente, porque) le importa un carajo…
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Gracias por la información, por cierto muy interesante “La silenciosa conquista china”. Como no espabilemos nos comen…
Bien dicho David, Manolo Jabois es así él, desde hace mucho tiempo y se ha ganado a pulso la envidia de colegas y no colegas. Desde que lo conozco es tal cuál y no ha cambiado, y recuerdo cuando todavía siendo un recién aparecido por el diario en el que escribe de Pontevedra ya destacaba entre féminas y la prosa. Espero y deseo que no cambie porque dejaría de leerlo, al final y al cabo cuando lo hago siento que algo de mi también se expresa en lo que escribe y me ayuda a que mis demonios salgan de vez en cuando de paseo.
Y vos querido, tampoco dejes de escribir como lo haces, porque idem de idem.
No lo conocía. Lo leeré más a menudo. Me gusta saber lo que piensa la gente y no lo que dicen las noticias.