De todos los improperios que de vez en cuando dejan los lectores en la sección de comentarios, a veces con motivo, me llama la atención especialmente el de “antisistema”. Uno creía ser todo lo contrario: prosistema. Muy a favor de un sistema donde las leyes se aplican a todos por igual, no en función de la posición económica o política. A favor de un sistema de televisión pública al servicio de todos y no del gabinete de prensa del partido de turno. A favor también del sistema judicial, preferiblemente independiente y sin el compadreo político al que acostumbra. Y a favor, incluso, del sistema financiero: uno en el que los bancos no salgan a bolsa facilitando cuentas falsas para embaucar a los inversores, los grandes banqueros no reciban privilegios para regularizar fortunas no declaradas en Suiza, el consumidor no sea estafado y las entidades no dejen en la calle a quien se retrasa unos meses en el pago de la hipoteca, mientras reciben ayudas de sus impuestos.
Diga usted algo de esto y le llamarán antisistema. Es más: se lo llamarán los políticos, banqueros, empresarios, golfos y trincones que más han hecho por corromper el sistema. La confusión carecería de importancia, si no fuera porque esconde la más trágica de las consecuencias de la crisis: los millones de parados, los sacrificios impuestos, la destrucción de sueños personales, esa generación de jóvenes desperdiciada, el deterioro de los derechos sociales, todo va camino de no haber servido de nada. Se ha recortado en todo, sin reformar nada. Se ha exigido todo, a cambio de nada. Por parte de una casta política y económica que tiene la determinación de mantener el sistema en su actual estado de putrefacción. Queda mucho por saquear. Impunidades por mantener. Corrupciones que tapar. Silencios que comprar.
Quienes controlan el timón saben que el barco presenta graves desperfectos, pero asisten a la zozobra general desde la seguridad del bote salvavidas. Piden a los pasajeros de tercera, los que tienen el agua al cuello, que se sacrifiquen un poco más por mantener la embarcación a flote, dándoles tiempo a arramplar con lo que queda. Y si alguien levanta la voz, o protesta, le dicen airados: «No sea usted antisistema». @DavidJimenezTW
Durante años han ido destruyendo el tejido productivo de este país, se supone que para modernizarlo. Lo han convertido en un país de «servicios» donde lo único que se hace es intermediar y trapichear. Tenemos más personas trabajando en servicios de «call center» que en empresas de calzado o de juguetes. ¿Recuerdan cuándo en España se fabricaba calzado o juguetes de calidad?. ¿Alguien recuerda nuestra «reconvertida» industria siderúrgica?. Y digo «reconvertida» entre comillas porque no fue reconvertida, fue desmantelada.
Cambio de modelo productivo por un modelo orientado a los servicios y cambio de mentalidad profundizando en la falta de valores. Lo que interesa a nuestros corruptos políticos que ven campo abonado para trapichear y robar a manos llenas. Blindan su sistema y mientras se hartan de recortar a los trabajadores ellos siguen llenándose los bolsillos con los impuestos que todos pagamos. Y, por si fuera poco, pretenden hacernos creer que para ser competitivos hay que renunciar a cosas tan básicas como un salario digno o los más elementales derechos laborales. No señores, para ser competitivos hay que crear y mantener un tejido productivo avanzado y de calidad con profesionales cualificados, algo que se han ido cargando, si alguna vez lo hubo.
Un buen ejemplo de esta mentalidad es los más de 800 despidos en la sanidad madrileña, la incautación de una de las pagas de los funcionarios y el euro sanitario para triplicar el pago de la productividad de los directivos de la sanidad madrileña.
Hoy toca bajón. Menos mal que noticias como la del policía que salvó a la mujer del metro a veces te dan un poco de esperanza. No todo el mundo es igual.
Buen comentario Alejandro, a veces hay cosas que se nos pasan por alto, por lo menos a mi. Has dado en el clavo en muchas cosas. Buen dia y cordiales saludos.
Estoy de acuerdo con Alvaro y contigo. Las cosas no ocurren de la noche a la mañana y la progresiva destrucción de empresas en las que se produce ha sido progresivo y silencioso. Casi diría paralelo al creciente comercio de productos Todo a 100 y al mismo ritmo que fué creciendo nuestra adicción a comprar baratos ciertos productos. Pobres pero con fondo de armario.
Por qué somos antisistema (articulo del miércoles, 25 de mayo de 2011) por Fernando Bermúdez López, teólogo. Nació en Alguazas. Estudió Medicina en la Universidad Complutense y Teología en la Universidad Pontificia de Comillas. Desde 1979 vive y trabaja junto a su esposa en América Latina desempeñando tareas educativas, de promoción humana y de defensa de los Derechos Humanos.
Algunos acusan a los jóvenes indignados del Movimiento 15-M de ser “antisistema”. Yo diría que más bien es el sistema quien está en contra de la juventud, la excluye y le roba la posibilidad de un futuro digno. El sistema es anti-juventud y es anti-vida del pueblo, particularmente de los pobres.
El sistema neoliberal actúa como un monstruo gigante, ante el cual parece que no se puede hacer nada, que hay que dejar las cosas como están aunque no nos gusten. El sistema quiere gente sumisa, acrítica, ignorante. A los que buscan otro mundo posible los llama ingenuos, resentidos, rebeldes… Es por eso que contemplo el Movimiento 15-M como una semilla de esperanza.
Ante esta situación, como creyente en Jesús, obligadamente me veo en la necesidad de volver la mirada al Evangelio. ¿Fue Jesús antisistema? Su mensaje y su práctica nos dan la respuesta. ¿Qué les dice a los banqueros del sistema de su tiempo?: “No se puede servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13), “Ay de vosotros que acumuláis riquezas para sí… ¿Apartaos de mí, malditos, porque tuve hambre, tuve sed, fui forastero (inmigrante), estaba desnudo, enfermo… y no me ayudasteis” (Mt 25,31-46). Se puso al lado de los pobres, víctimas del sistema, y fustigó con dureza a los que acumulan riqueza. Véase la parábola el pobre Lázaro y el rico (Lc 16,19-30).
A sus discípulos los llama a rebelarse contra ese sistema cuando les dice: “Como bien sabéis, los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen con su poder. Pero entre vosotros no ha de ser así” (Mc 10, 42). Jesús desacredita al sistema.
Más aún, a la clase dirigente del sistema les dice: “Serpientes, raza de víboras, sepulcros blanqueados” (Mt 23, 1-23). Y al rey le llama zorra (Lc 13, 32).
Jesús se atreve a quebrantar la Ley. Proclama que ésta está en función de la vida del pueblo y no al revés. “La ley está hecha para el hombre y no el hombre para la ley” (Mc 2,26). Más aún, afirma que saciar el hambre de los hambrientos está por encima de la observancia de la ley (Lc 6, 1-4).
A la clase religiosa del sistema les dice que el dios oficial del Templo no es su Dios. Por eso la jerarquía religiosa lo condena como blasfemo (Lc 19,47). “Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley buscaban la manera de cómo detener a Jesús y darle muerte” (Mc 14,1-2).
La actitud valiente y sincera de Jesús irritó a los hombres del sistema. El poder económico, político y religioso se puso de acuerdo para eliminar a Jesús. Era un estorbo y un peligro para el sistema.
Es por eso que, como seguidor de Jesús y ante esta realidad que vivimos en España y en el mundo, me declaro antisistema capitalista neoliberal. Y me uno a los que sueñan y luchan por otro sistema socio-económico fundado en la justicia y en la ética. Es necesaria y urgente una revolución ética, una revolución de la conciencia, que siente las bases de otro mundo posible.
Es indignante cómo los que manejan este “sistema” están deshumanizando el mundo y destruyendo nuestro medio ambiente. Han sustituido los valores éticos y morales por los intereses económico-financieros. Han desmontado descaradamente el “estado de bienestar” que los trabajadores, desde finales del siglo XIX, han conquistado con sus luchas.
Soy antisistema porque los políticos han traspasado las funciones del Estado a manos de especuladores, con el pretexto del “libre mercado”. Con la excusa de la crisis, causada por la sed insaciable de los especuladores del “libre mercado”, se castiga al pueblo recortando sus derechos.
Soy antisistema porque se ha llegado a valorar más el capital que el trabajo. En este sistema el trabajador es deshumanizado y convertido en una pieza de la producción al servicio del capital. Y porque el sistema privatiza las ganancias, pero socializa las pérdidas.
Soy antisistema porque sabiendo quiénes han causado la crisis, no se les castiga ni se les depone de sus puestos, sino que se les exime de responsabilidades. Y porque para cubrir el déficit financiero, los gobiernos sacan fondos de los presupuestos del Estado en perjuicio de los gastos sociales.
Soy antisistema porque nuestros gobiernos, tanto estatal como autonómicos, se han sometido vilmente a los dictados del “mercado”, y de los especuladores del “sistema”, amparados bajo el FMI, el Banco Mundial, la OMC o el Banco Central Europeo.
Soy antisistema porque se favorece la libre movilización de capitales y de mercancías, pero no de las personas. Cada vez más se limita, controla y persigue, e incluso se criminaliza, la inmigración, desconociendo que toda persona tiene derecho a movilizarse por cualquier lugar del mundo (Declaración Universal DDHH. Art. 13).
Soy antisistema porque se ha sacralizado la propiedad privada sin límite, como un derecho absoluto, desconociendo las exigencias éticas del bien común y las necesidades de las mayorías empobrecidas. El sistema busca privatizar no sólo los medios de producción sino también los servicios sociales: salud, educación, transporte, vivienda, seguridad…
Soy antisistema porque mientras nuestros gobernantes nos exigen cada vez más renuncias y pérdidas de bienestar, la clase política se afianza en sus privilegios. Y porque ha limitado la participación democrática de los ciudadanos al simple acto de votar cada cuatro años. Y con eso nos dicen que ya hay democracia. El voto favorece a los partidos mayoritarios, en perjuicio de otras opciones, provocando un bipartidismo no representativo de la sociedad española.
Soy antisistema porque muchos de nuestros gobernantes se aferran a sus puestos, que no quieren abandonar, a pesar de haber sido corruptos, y tratan de utilizar el voto democrático para justificar sus actividades especulativas. Se han autoadjudicado un estatus de privilegios: jubilaciones suculentas, dobles sueldos, exenciones tributarias…
Soy antisistema porque el afán de acumulación de riqueza que impulsa el sistema lo ciega para no ver las consecuencias: aumento de la pobreza y el hambre en el país y en el mundo y las alteraciones ambientales, como es el calentamiento global del planeta y el cambio climático.
Soy antisistema porque las grandes corporaciones y compañías transnacionales del sistema caen como aves de rapiña sobre los países del Sur (África, América Latina…) para explotar y saquear sus recursos naturales. El sistema se enriquece a costa de los países del Sur, arrinconándolos en la miseria.
Soy antisistema porque nos han metido en una espiral consumista cada vez más férrea, cuyas consecuencias humanas son la configuración de personas que viven para tener, no para ser, alienadas y esclavas del sistema, con pensamientos y prácticas egoístas y hedonistas.
Soy antisistema porque el consumismo genera una gigantesca acumulación de deshechos (aceites, plásticos, latas, gases tóxicos…) que contamina la tierra, los ríos, los mares y el aire, produciendo efectos irreversibles, convirtiendo la tierra en un gran basurero con imprevisibles consecuencias.
Soy antisistema porque amo la paz, detesto la carrera armamentista y el uso de la violencia como medio de resolución de conflictos. Abogo por un mundo sin guerras, sin ejércitos y sin armas.
Pienso que un verdadero cristiano, en fidelidad al Evangelio de Jesús, ante un sistema injusto y cruel como el que hoy domina el mundo, deberá ser crítico y “antisistema”, soñador siempre de otro sistema que esté organizado en base a la justicia, la libertad, la democracia participativa, el diálogo intercultural, la paz, la solidaridad y el respeto sagrado a la naturaleza.
Pufff, imaginaba que esto iba a suceder. Algunos defendiendo a los violentos. Lástima que haya triunfado el «NO A LA GUERRA » y no el «SÍ A LA PAZ».
Algunos peligrosos antisistema:
http://www.youtube.com/watch?v=na2-Q1rIk-4
http://www.youtube.com/watch?v=Gna8bJ0qaxU
http://www.youtube.com/watch?v=JIHtxukLg2w
http://www.youtube.com/watch?v=8m5Y908NgWM
http://www.youtube.com/watch?v=fws5Q8Ej9_A
http://www.youtube.com/watch?v=cMr14MSUZ6E
http://www.youtube.com/watch?v=eOEMdwHP-gU
http://www.youtube.com/watch?v=oPICMbEN2BM
http://www.youtube.com/watch?v=WgW0FZvM58s
http://www.youtube.com/watch?v=YR-ufkb_CU4
http://www.youtube.com/watch?v=L7W3XsVcEqs
http://www.youtube.com/watch?v=F9H-FOlP7Mo