Espero a embarcar en el aeropuerto de Yakarta y al mirar a mí alrededor no veo ningún rostro. Todas las cabezas que me rodeaban están inclinadas. Hacia un teléfono. Un IPad. Una consola. Nadie mira a nadie. Nadie presta atención a la inclinación de los demás. Debo haberme despertado con el día romántico porque lo primero que se me ocurre es que aquí nadie se va a liar con nadie, no digo ya arriesgarse a perder el vuelo por hacer una escapada rápida al motel del aeropuerto. Nadie va a hablar con nadie. Conocer a alguien. Saber de dónde viene y adónde va el que se sienta a su lado. Y uno, que siempre ha considerado unos pelmazos a los extraños que entablan conversaciones en aeropuertos y aviones, de repente siente nostalgia de los tiempos en los que esa posibilidad existía.
¿A cuánta gente estamos dejando de conocer ahora que tenemos a todo el mundo al alcance de un clic? Nunca hemos estado más conectados, y desconectados. Nunca hemos tenido más amigos, y menos. Nunca hemos sabido de tantas personas, tan poco.
También yo he creado el perfil social que quiero que los demás vean. He puesto mi mejor foto en Facebook y Twitter, sabiendo que la mayor parte de los días tengo mucho peor aspecto. Cuelgo las frases que creo más ingeniosas, no las tonterías que se me ocurren (aunque a veces confundo ambas). En el mundo virtual que he creado soy simpático, me lo paso en grande, viajo a lugares fascinantes y tengo cientos de amigos a quienes al parecer gusta lo que hago, quizá porque ya no tienen que hacer el esfuerzo de decírmelo. Basta con un clic.
La imagen que he creado de mí es tan estupenda, está tan poco expuesta a los riesgos de la cercanía, que a veces me dan ganas de enviarme una invitación en Facebook y curiosear un poco más sobre mí mismo. Probablemente pensaría que el tipo exagera. Internet nos permite presentar una versión mejorada de nosotros mismos. La cuidamos cada día, la exponemos en el escaparate virtual y esperamos que se paren a admirarla. ¿Por qué arriesgarse a ponerla bajo la prueba del contacto directo y real?
Nunca estuvimos más acompañados. Ni más solos.
Lo siento David pero discrepo contigo. El mundo virtual sirve para conocer personas que están lejos y que de otra manera serían inaccesibles, para mantenernos en contacto con amigos lejanos, para decir cuanto admiramos a escritores que no podríamos conocer si no vienen a nuestra ciudad a firmar libros…
En nuestras manos está movernos dentro de esta nueva realidad como lo hacemos en la que hasta hace poco hemos utilizado en exclusiva.
Gracias por tu blog.
De acuerdo contigo, Eloísa, con Berta y con otros que destacáis el lado bueno de las redes sociales. Sirven para mucho, pero mal utilizadas pueden distanciarnos del mundo real que nos rodea. Me entristece cuando veo una pareja cenando en un restaurante, más atentos al teléfono que a la persona que tienen delante. Supongo que es cuestión de encontrar el equilibrio en su uso. Gracias por seguir el blog.
Realmente lo que comentas es pura fantasía.
El mundo virtual parece la perfección que nos acerca a los sueños..podemos expresarnos y que nuestras ideas lleguen a leerse a miles de kilómetros, pero siempre seremos una imagen idealizada de quien nos pueda leer. Cuidado.
Gran post y acertadas reflexiones, hace unas semanas leí una noticia donde hablaba de un estudio que habían hecho en Estados Unidos. Indicaba que nunca como ahora los americanos habían tenido menos amigos cercanos, daba que pensar
totalmente de acuerdo con jaimito, seguro que es un fenomeno mundial pero en asia es mucho mas evidente, sentada en el ave hacia madrid, viajo sola pero muchos pasajeros no han parado de hablar y no de negocios, se rien y comparten desayuno. en asia se pegan a la bb, david para ligar hay que venir a espanya. el mundo esta cambiando. nos vemos pronto, un besazo
Primero enhorabuena por lanzarte con el blog!!!!
Estoy completamente de acuerdo con tu comentario, y a riesgo de quedarme obseleta con las nuevas tecnologías ….¡me he negado ha entrar en este juego! ¿qué mejor que decirse las cosas cara a cara o através de una línea telefónica?¿y las cartas de toda la vida? ahora pueden hacerse hasta con un email….facebook, twinter etc son escaparates donde cuelgas tus bonanzas pero no tus sentimientos, tus percepciones reales, los cuales creo que solo los debes transmitir hablando o escribiendo en una línea privada…..Para muestra un botón, es la primera vez que escribo en un blog y ha sido por tu culpa querido David porque como siempre remueves el interior de aquellos que te leemos. MYRIAM
Un besote
Tienes mucha razón, David. Te lo dice una que tiene de foto de perfil en FB una foto de hace 13 años en la que estaba divina de la muerte, jajaja. Típico síndrome de alguien a quien le quedan 3 meses para cumplir los 40.
Pero también hay un lado bueno. Ya ninguno de mis amigos quiere jugar conmigo a un juego de mesa (Colonos de Catán) y he empezado a jugarlo on-line. He jugado con gente de Nueva Zelanda, Israel, Palestina, Islas Faroe, Moldavia,… y no sabes las conversaciones tan interesantes que surgen mientras jugamos.
Hay en youtube un video muy bueno que refleja lo que tú comentas. Se llama disconnect to connect, y la verdad es que da qué pensar.
Estoy esperando tu tercer libro, que espero sea tan bueno como los anteriores.
Un saludo.
Gran reflexión, sí señor y enhorabuena por el blog, me parece mucho más cómodo para poder seguir tus crónicas desde Asia..
Por fin podemos ver todas tus historias en un mismo sitio, y no tenemos que rascar y rascar para que nos cuentes aquella historia del mas acá y mas allá entre visita y visita a BKK.
Tiene una pinta genial.
Gracias crack.
Rubén
Las redes sociales nos ayudan a recuperar amistades perdidas. Aunque claro, si se perdieron sería por algo. En la maleta de cada uno no puede ser que entren los nuevos y los viejos. La limpieza que genera la vida ha sido ensuciada por las redes sociales. Suerte con este y tus demás proyectos.
Me a gustado mucho, David.
Hace años, cuando la gente iba pegada a un transistor, deciamos «No hay parto sin dolor ni hortera sin transistor».
Hoy los horteras se han sofisticado :-)
El otro fin de semana estaba en Paris de vista familiar, y en el metro me di cuenta de que la mayor parte de la gente, o estaba lleyendo un libro o revista, charlando con su compañera de al lado, o simplemente mirando (a lo que sea o a nada). Pero ahora de vuelta en Singapur, en el metro, 4 de cada 5 personas estaban con el dichoso mobil, iPhone, Blackberry u otro ingenioso aparatito, totalmente aislados de su entorno…