Aposté a que el Reino Unido no votaría a favor del Brexit y perdí. Doblé a que Rajoy no gobernaría y también perdí. Estaba en Colombia cuando se produjo el referéndum por la paz. Por supuesto que saldrá el Sí, vaticiné. Salió No. ¿Trump? Imposible, es demasiado ignorante para gobernar la primera potencia del mundo. Y lo es, sólo que ya no hay nadie demasiado ignorante para hacer nada. 

Les cuento mi historial de predicciones fallidas porque me aferro a la esperanza de equivocarme también sobre cómo será la presidencia de Trump: una tragedia, para Estados Unidos y para el mundo. No es sólo que el tipo sea xenófobo, irrespetuoso, faltón, mentiroso o engreído, que también, sino que carece de la más mínima preparación para el puesto que va a ocupar. Cualquiera que le haya seguido la pista en las últimas décadas sabrá que pertenece a la especie de ignorantes más peligrosa: la de quienes desconocen que lo son. La historia nos dice que es una combinación que no puede traer nada bueno.  

La última vez que Estados Unidos tuvo a alguien parecido en la Casa Blanca la economía del mundo se hundió, Oriente Medio se incendió, los enemigos de las libertades avanzaron su agenda en todo el mundo, el terrorismo creció como amenaza global, se iniciaron guerras absurdas que aún se están pagando y los principios sobre los que se asienta la democracia estadounidense se debilitaron, por citar algunos logros de George W. Bush.  Y con todo, es probable que Trump consiga que echemos de menos su buen juicio. La historia tiene esa manía de repetirse, pero, ¿tiene que hacerlo cada vez más pronto? 

La democracia de Estados Unidos va a ser puesta a prueba como nunca antes y la buena noticia es que Trump perderá su envite, porque el nuevo presidente se enfrenta a una sociedad cívica, una prensa, un sistema judicial y un control legislativo que en nada se parecen a lo que tenemos por aquí. Pero cuando todo haya terminado, y el magnate vuelva a la especulación inmobiliaria y la gestión de concursos de belleza, de donde nunca debió salir, muchos habrán pagado sus decisiones. El destrozo tardará años, sino décadas, en ser reparado. Estados Unidos será un país más dividido, intolerante y desigual. Y el mundo un lugar más inseguro e inestable. Pero por supuesto todo esto es sólo una predicción y uno no pierde la esperanza en su incapacidad para acertar.