Me gustaría saber qué les hace pensar que una televisión pagada por todos les pertenece solo a ellos. Por qué creen que pueden convertirla en el gabinete de prensa de su partido. Sus estudios en el salón de su casa. Sus profesionales en altavoces de sus políticas. De las muchas estafas que vive España, quizá ninguna pasa más desapercibida, a pesar de que tiene lugar delante de nuestras narices, desde hace décadas: el secuestro robo usurpación de RTVE y las televisiones autonómicas por parte de una clase política incapaz de entender la más básica diferencia entre lo público y lo privado. Si alguien entrara en nuestra casa y se llevara el televisor, iríamos a la comisaría más cercana. Pero estamos tan acostumbrados a que unos pocos se queden con los medios de comunicación pagados por todos, a cubrir la factura de la tropelía, que ya ni siquiera recordamos a nuestros gobernantes lo obvio. Que la televisión pública no es suya, sino nuestra. Que a los locutores y presentadores no les pagan ustedes, sino nosotros. Que su contenido debe estar sujeto a nuestro interés, no al suyo.

Lo único que al parecer es del contribuyente es la deuda de 7.500 millones acumulada en RTVE tras años de manipulación y derroche; nuestros también los 2,3 millones de euros en sueldos de su Consejo de Administración, formado por políticos sin ninguna preparación para el cargo; nuestro el mamoneo con productoras que se contratan, como casi todo en España, a través de amigotes y favores; nuestros los programas que reniegan del más mínimo servicio público;  nuestros los informativos que desaprovechan a sus periodistas reduciendo su tiempo a una pasarela de políticos que no tienen nada que decir, sucesos rancios, temporales, operaciones retorno y fútbol, mucho fútbol.

NodoRTVE nunca será la BBC: no solo no tenemos políticos con suficientes principios democráticos para hacerlo posible, tampoco una audiencia que exija la calidad, el criterio periodístico o independencia de la cadena británica. Pero quedan en RTVE grandes profesionales -ahí están ejemplos de calidad como En Portada– capaces de hacer una buena televisión, una radio todavía mejor, si tan solo les dejaran. No parece mucho pedir. Que, si no les importa, nos devuelvan la televisión pública.