La crisis se está alargando tanto que corremos el riesgo de olvidar que empezó como una estafa. Sus perpetradores cuentan con que, pasado el shock inicial, repetidas con suficiente asiduidad y consistencia las tropelías, todo nos termina pareciendo de lo más normal. Es uno de los méritos de la casta política: haber hecho bueno el verso de Riechmann que Antonio Lucas rescataba el otro día: “Ya casi no podemos distinguir entre lo que nos acaricia y lo que nos aplasta”.
Normal parece, porque sucede a diario, que gente de nuestro entorno emigre en busca de oportunidades, que directivos que hunden sus empresas sigan calentando su sillón mientras echan a trabajadores a la calle o que políticos pidan sacrificios que ellos no están dispuestos a asumir. Y, ¿qué puede haber de extraño en destinar el dinero de la educación o la sanidad en salvar bancos? Todo se explica adornado de informes de supuestos expertos, se nos recuerda que en otros países se hace lo mismo y se presenta rodeado del aura de inevitabilidad de los desastres naturales. Normal pues que los mismos que provocaron la crisis vayan camino de ser los que más partido sacan de ella.
La indignación no es inmune a la fatiga, pero habría que buscar la manera de rebelarse ante la normalidad que nos van imponiendo y hacer un esfuerzo por recordar los tiempos no tan lejanos en que los políticos al menos disimulaban cuando mentían, robaban o manipulaban. Estos días se les ve tan conscientes de que no esperamos nada de ellos, tan asumida parecen tener su capacidad para defraudarnos, que ya solo aspiran a que terminemos por considerarles, también a ellos, normales. Que olvidemos que han demostrado ser todo lo contrario. @DavidJimenezTW
Información adjunta al comentario anterior:
http://www.aviaciondigitalglobal.com/noticia.asp?NotId=20137&NotDesignId=4
… y cuando las barbas de tu vecino veas pelar… (atención al resto de funcionarios… educación y sanidad… ¿son deficitarios?…)
http://www.libremercado.com/2012-10-30/el-sector-publico-podra-despedir-empleados-si-registra-deficit-1276472877/
«directivos que hunden sus empresas sigan calentando su sillón mientras echan a trabajadores a la calle o que políticos pidan sacrificios que ellos no están dispuestos a asumir»… Discúlpeme David, se deja parte importante de este fraude (además de nosotros mismos, como ya se apunta por ahí arriba)… Los Sindicatos, piden esfuerzos… pero NO renuncian a su parte de «la tajada». Los parados les importan un bledo y, mientras, pactan con el Gobierno, con nocturnidad y alevosía. ¿Qué ha pasado con AENA? Se han encargado de desacreditar a todos sus trabajadores cara la opinión pública que, ahora estará encantada de que unos 1.600 se vayan a la calle, con una mano delante y otra atrás… ¡¡y nadie habla de ello!!
La noche del 31 de octubre (víspera de un gran puente en el que la gente desconecta de las noticias… si no tienen morbo y sangre…) llegan a un acuerdo (sólo con UGT, CCOO y USO, las demás asociaciones sindicales no cuentan) que va a dejar a cientos de familias sin pan… curiosamente estos «sindicalistas» no estarán en la lista de los afectados por el ERE.
Mientras, los Directores de Aeropuertos mantienen reuniones en lujosos hoteles (el Hilton lo es)… ¿será que el Ministerio y/o Aena no disponen de salas para ello? Se mantienen sueldos de directivos de aeropuertos (y sus correspondientes prevendas, coches oficiales, …) que podrían ser gestionados como aeródromos satélites de otros mayores… reduciendo su coste anual a una cantidad menor de lo que cuesta cada una de estas reuniones…
¡¡Por Dios!! ¡todo esto es un despropósito!…
Si amigo, los sindicatos no se libran. Una pena. En mi opinión una huelga como la del dia 14 no servirá para nada y perjudicará mucho economicamente, y posiblemente algo más, a quienes la hagan. Hay que innovar, hay que encontrar maneras más eficientes de presionar y además tener muy claro a quien o a quienes hay que hacerlo. Estamos en el siglo 21!!!
Bueno, en honor a la verdad tengo que decir y destacar como positivo que, aunque pocos, todavía existen sindicalistas de verdad, grandes seres humanos, en esos sindicatos… no se que adjetivo darlos… pero ninguno sería bueno.
Un cordial saludo amigo.
¿siglo XXI?, anda, yo creía que seguíamos en el XIX y el «si señorito» de turno, con sus lameculos y sus jerifaltes mafiosos.