Cada vez que me reúno con un grupo de occidentales en Japón la conversación acaba centrándose en el racismo. ¿El que sufren los negros en Alabama? ¿Los gitanos en España, quizá? No, mis interlocutores hablan amargamente de la discriminación que dicen padecer ellos, los blancos. Y claro, no están acostumbrados.  

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