Científicos americanos sacaron hace algunos años a Matthieu Ricard de su retiro en un monasterio budista de las montañas de Nepal, lo metieron en el laboratorio, conectaron su cerebro a 256 sensores y analizaron su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y decenas de parámetros más. El resultado fue que este francés que un día decidió renunciar a cualquier posesión material, a las comodidades del mundo moderno y al sexo -nada fácil para un francés- fue declarado el Hombre más Feliz del Mundo.

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