Me cae bien el Rey. Sé de primera mano que el príncipe es un buen tipo. Si de mí dependiera, no serían ni rey ni príncipe. Creo que ambos hacen bien su trabajo. Uno prescindible y al que no llegaron por méritos propios. Franco se lo entregó a Juan Carlos I y éste tiene previsto hacer lo mismo con su heredero. Supongo que pensar que eso no es bueno me incluye en la lista de republicanos, pero antes de que Izquierda Unida me mande una invitación a uno de sus mítines diré que me irrita que mi preferencia por un jefe de Estado elegido por votación directa tenga que ir ligada a una ideología, partido político o bando.

Mi escaso contacto con la realeza se limita a cubrir para mi diario la pedida de mano de Urdangarin y Cristina  –cuando eres becario vas donde te mandan- y haber bailado con las cuatro esposas del Rey de Bután en 1999, en el 25 aniversario de su coronación. Las cuatro, por cierto, hermanas. Lo de Urdangarin ya sabemos cómo ha terminado. El segundo caso me interesa más porque el monarca Jigme Singye Wangchuck abdicó en 2008, cedió a su hijo un trono ya sin poderes absolutos y salió del armario declarándose abiertamente republicano. “La monarquía no es el mejor sistema”, dijo. “Si el pueblo es afortunado, puede tener a una persona dedicada y capaz. Pero cabe la posibilidad de que el heredero sea alguien de habilidades mediocres e incluso un incapaz”. Vamos, que tarde o temprano te acaba tocando un rey inútil y no hay forma de quitárselo de encima.

El nuestro, como digo, me cae REALmente bien. Pero me caería mejor si en su último mensaje navideño no me hubiera tomado el pelo diciendo aquello de que “todos los españoles somos iguales ante la ley”. Yo puedo ser juzgado si cometo un delito. Él no. Yo puedo ser despedido. Él no. Yo puedo ser criticado en los periódicos. Él un poquito. Yo no he recibido palacio, yate o sueldo vitalicio alguno. Él sí. La monarquía puede ser muchas cosas, pero igualitaria va a ser que no.

Así que esta Nochebuena seguiré como todos los años el discurso del Rey, fantaseando con la posibilidad de que imite al monarca de Bután, salga también del armario y diga:  “Mientras exista la monarquía no todos los españoles seremos iguales, ni ante la ley ni ante la sociedad. Habrá una familia que estará por encima de las demás, cuyos miembros seguirán ocupando su posición no por su capacidad, sino por privilegios genéticamente adquiridos. Creo en un país donde todos nacemos con las mismas oportunidades y derechos y por ello anuncio mi decisión de abdicar para promover una reforma constitucional que permita la elección, mediante el voto directo, del próximo jefe de Estado”.

Privilegios de rey: el monarca de Bután con sus cuatro esposas, todas hermanas, antes de declararse republicano.